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NI ESTATAL NI PRIVADA – Educación libre y Autogestionada!

¿Será verdad eso que nos decían, eso de que si íbamos sin uniformes se evidenciarían las desigualdades sociales a través de nuestro vestir, y que por eso debíamos ir tod@s iguales?

Si partimos de la premisa que la sobreproducción material ha llevado a que tod@s puedan acceder a la mayoría de las prendas de vestir a un costo accesible (ya sea por la reutilización de las ropas – ferias – o bien una disminución de los precios por la gran producción de las grandes industrias). Existiría entonces una especie de «similitud» en la vestimenta.

Es por ello que comprendemos que la respuesta vendría por otro lado.

El uniforme más que una especie de silenciamiento a las desigualdades, existiría entonces como una identidad corporativa al igual que en las empresas con sus respectivos símbolos y frases. Como una especie de educación militarizada que construye un determinado sujeto, homogéneo y objetivo al interior de los establecimientos. Y que al mismo tiempo impide y limita el mostrarnos libremente a partir de la expresión corporal y de nuestras subjetividades (algo de por sí inherente al ser humano). El uniforme vendría a ser un claro ejemplo de cómo los patrones provenientes del estado se replican tanto en colegios municipales como privados. Esta situación no pertenece a un determinado sector social,
sino que traspasa las barreras de clases, presenciándose de forma general en la sociedad a partir de un tipo específico de educación; la educación estatal.

Cuando hablamos de educación estatal, no nos referimos a una distinción entre ‘lo privado’ y ‘lo estatal’; si comprendemos que la educación privada está regida por normas gubernamentales, donde tanto en la privada como en la municipal se enseñan contenidos estatales que son funcionales al mantenimiento del orden social y del sistema económico, sino de algo que nos preocupa quizás aún más; las bases en las que se sustenta el aprendizaje nacional.

Esas bases que mantienen una determinada forma de educar.

Entonces el problema radicaría fundamentalmente en la objetivación de la enseñanza donde no se permiten formas paralelas fuera del margen estatal, aquell@s que desean optar por otro tipo de enseñanza no caben dentro de la legitimidad social. No existe entonces, como plantea el discurso moderno, una real libertad de enseñanza, ya que toda la que existe es estatal. No se permite la existencia de escuelas paralelas al conocimiento del estado generando consigo el monopolio del conocimiento y de la verdad.

Sabemos que es imprescindible darle legitimidad social al conocimiento alternativo fuera del estado, que este último no impida la real libertad de enseñanza para aquellos que no quieren someter a sus hij@s a la imposición de un determinado tipo de educación. Se hace evidente que no existen escuelas alternativas (legítimas) ya que estas ponen en jaque y en duda la existencia del mismo estado.

Se hace imprescindible no pedir una educación estatal, porque es esta misma la que impide cualquier tipo de educación paralela y libre, aquella que serviría muchas veces para que la escuela se haga cargo de su propia realidad, para que exista una conexión real con las organizaciones de los barrios y así poder apropiarse del espacio que les pertenece.

Porque somos much@s quienes queremos la libertad del saber y del conocimiento.

No se trata de incluir a los excluidos a los tableros de control, sino de destruir esos tableros. Por la autogestión y apropiación de nuestras escuelas!

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